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Cosas de la naturaleza

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16.11.2025

Creado: 16.11.2025 | 08:57

Actualizado: 16.11.2025 | 08:57

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Solemos ensalzar con entusiasmo a la naturaleza como prototipo de sabiduría, equilibrio y sensatez (la belleza, el arte, la verdad etc., cuanto más se aproximan o copian a la naturaleza, más se acercan a lo ideal). No digo que no sea cierto, pero en contrapartida la naturaleza tiene fallos, desviaciones evidentes de lo esperado, incluso chapuzas que llaman la atención, y uno duda de la «perfección» de la misma. A ver si nada ni nadie es perfecto, incluida la propia naturaleza.

El hombre, producto, hijo, o engendro de la naturaleza no puede por menos que considerarla como una madre sabia, poderosa, amorosa, pero también implacable, exigente, incluso vengativa, con cambios de humor que se traducen en inundaciones o sequías mortíferas, seísmos, tsunamis, erupciones volcánicas devastadoras etc. (hago una referencia obligada al concepto de «pecho bueno y pecho malo maternos» de la psicoanalista Melanie Klein). Así, el amor y el temor, incluso el odio hacia ella, se entremezclan y confunden, y cuando no se superan se establece un estado permanente de inestabilidad y sufrimiento emocional. Pero dejando a un lado esas «patologías» concretas (no porque no sean muy importantes, sino porque no son objeto de estudio en este artículo), analicemos lo rutinario, aquello que sucede habitualmente sin estridencias. Me sigo refiriendo al acceso y desarrollo de la vida del hombre. Aunque todo parece premeditado, ordenado en la naturaleza, programado con la fiabilidad de un reloj suizo, ocurre que el azar (es decir aquello que ocurre de forma no controlada, imprevista, fortuita, impredecible) tiene mucho poder de gestión y desarrollo, y coloca a la naturaleza en una........

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