Lo efímero
Nos alimentan desde que estamos en la placenta e, incluso, con suero fisiológico en estado de inconciencia. Las células precisan sustento para multiplicarse y, si tercia, reparar tejidos sin necesidad de zurcidos ni máquina de coser.
El instinto de supervivencia empuja a comer, acción que no está reñida con el placer. Tanto que no se concibe la cocina ajena a la satisfacción del paladar. Otra cosa es la gula, que es un pecado capital. Los pecados, cuentan, dañan el espíritu, alma racional que, pese a carecer de células, maneja las manijas del cuerpo con el pensamiento, la razón y la búsqueda del conocimiento. Ya saben, lo enunció Platón. Por eso hay que sortear las vilezas capitales, no por prescripción divina, que también para quien lo sienta, sino para velar por una saludable convivencia, que falta hace en este tiempo de soberbias, avaricias, lujurias, iras, envidias y perezas.
Tres comidas al día son suficientes,........
© Diario de Avisos
