Sin rentabilidad, nada de nada
Vuelvo del caserío Bulano de Asteasu, tras finalizar una de las visitas que se han celebrado este fin de semana dentro de la iniciativa Ongi Etorri Baserrira (Bienvenidos al Caserío), donde 19 caseríos vascos, convocados por la organización agraria ENBA, han abierto sus puertas a la gente que ha mostrado interés por acercarse, conocerlos, tanto a ellos como sus productos, y finalmente, degustar el producto ofrecido.
El caserío Bulano actual es el resultado de una apuesta en común de dos parejas, donde los cuatro son los empresarios y trabajadores de esta explotación lechera. No es el modelo de organización del trabajo ganadero dominante en nuestros lares, pero, aunque sea a modo de excepción, conviene reseñar que también existen casos de éxito entre aquellos que apuestan por agruparse para, además de dimensionar y modernizar la explotación, garantizar una cierta calidad de vida para los cuatro socios.
Aun así, bajando en mi viejo Volkswagen Polo (desprovisto de pegatinas medioambientales por su avanzada edad) hacia el valle, pienso, a la vez que me angustio, al ver que esta explotación lechera no tiene el relevo generacional asegurado. Ni de lejos. Llegando a la N-1, me pregunto: ¿qué es lo que falla en el sector ganadero de vacuno de leche para que sea tan difícil y excepcional encontrar ganaderías con el relevo asegurado por unos hijos e hijas que quieran seguir con la........
© Deia
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