Que pase el siguiente
Supongo que no soy el único que al ver por televisión el encuentro entre Trump y Zelenski en el Despacho Oval sintió una reacción de repugnancia moral casi física. Como si más allá de las posiciones políticas de cada cual, hubiera un muy profundo fondo de valores morales aprendidos desde pequeño que estaban siendo violados en directo. Es bueno manifestar discrepancias políticas profundas, por supuesto. Es correcto negociar con dureza las posiciones de cada cual, sin duda. Pero algo muy dentro nos dice que hay principios de respeto interpersonal e interinstitucional que no deberían vulnerarse.
Trump, ya lo sabemos, se muestra amable con los dictadores. Más los admira cuanto más crueles e insensibles son a las necesidades de su gente. Tiene sentido: cuanto estos mandatarios menos defiendan los derechos y libertades de sus ciudadanos, más........
© Deia
