Tiempos de derribar muros y construir puentes
La semana pasada se cumplieron 35 años de la caída del muro de Berlín que separó durante más de 30 años las “dos Alemanias”, y a los mundos occidental y soviético, escenificó la Guerra Fría y, sobre todo, separó y destrozó a familias, a una nación, a ideologías y jugadores de una geopolítica de posguerra, dando lugar a mucho más que un mismo pueblo dividido, generando muy distintas maneras de vivir y entender el mundo, modelos de bienestar, sistemas cultural-educativos y roles dentro del contexto internacional, de manera opuesta y más que enfrentada.
Esta profunda barrera facilitó, también, un sinnúmero de movimientos no deseados a la búsqueda de supervivencia o de nuevas formas de vida que unos y otros, separados, entendían como mejor opción aquello que les tocó con la aritmética, dibujo lineal y forzado de la frontera separadora y divisoria con que fueron alineados.
Cuando hace 35 años, sin una aparente causa concreta lo suficientemente diferencial y/o esperada, cayó el muro (más, propiamente dicho, fue derrotado por movimiento democráticos y liderazgos arraigados que socavaron sus débiles cimientos). La desbordante alegría y aires de libertad hicieron de la Puerta de Brandeburgo una fiesta permanente con la mirada ilusionada de la gente, de uno u otro lado, golpeando y demoliendo las piedras limitantes. De inmediato se comercializaron los souvenirs con pequeños fragmentos de piedra, en modestas bases, para recordar tan relevante episodio. Entonces, tuve la suerte de coincidir en Berlín y hacerme con un pequeño recuerdo que conservo con cariño y entusiasmo, fiel recordatorio e nuevos tiempos superadores de tanto dolor y desencuentro.
La semana pasada, coincidiendo con este aniversario, impartí una conferencia magistral para un evento que una empresa líder en tecnología y servicios financieros en México organizaba para celebrar sus primeros 30 años de vida. El evento proponía explorar e incentivar el rol de una empresa en el impulso de su competitividad, internacionalización y desarrollo social y económico del país. Como recuerdo de nuestras presentaciones, los diferentes ponentes recibimos un significativo regalo: una de aquellas piedras conmemorativas del muro y su caída que habían sido recogidas, transportadas a México y conservadas, hasta este momento, por el fundador de la compañía. La caja que lo contenía llevaba un mensaje muy significativo:........
© Deia
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