Colaboración en tiempos de polarización
El año 2024 ha sido testigo de una intensa actividad electoral a nivel mundial. En España, las elecciones autonómicas en Euskadi y Cataluña, junto con las elecciones Europeas, han marcado un hito significativo en el panorama político. Sin embargo, lejos de propiciar un clima de consenso y colaboración, estas contiendas electorales han estado caracterizadas por estrategias de polarización por parte de los partidos políticos, quienes han optado por renunciar a la creación de espacios de centro o puntos de encuentro.
En el ámbito europeo, los resultados electorales han provocado un vuelco en Francia y una situación de estabilidad tensionada por el crecimiento de la extrema derecha en Alemania. En espera del resultado en EE.UU., los temores sobre el crecimiento de los partidos de extrema derecha y el posible agotamiento de la democracia liberal se mantienen, planteando interrogantes sobre el futuro de la cohesión y la colaboración en el continente. Esta tendencia resulta particularmente preocupante en un momento histórico en el que la colaboración se perfila como un factor clave para la competitividad y el progreso de las naciones.
La paradoja es evidente: en tiempos que demandan una mayor colaboración para enfrentar desafíos globales complejos, la clase política parece apostar por estrategias de poder basadas en la fragmentación y la división. Ahora, en los primeros meses poselectorales, surge una pregunta crucial: ¿Tendrán los partidos ahora en el poder la capacidad de liderazgo necesaria para trascender las estrategias de campaña y desarrollar políticas efectivas de colaboración? ¿Se mantendrá la peligrosa metáfora del zorro que ante el rebaño de ovejas promete ser vegetariano en cuanto alcance el poder?
Este contexto de tensión entre la necesidad de colaboración y las tendencias de polarización política nos lleva a reflexionar sobre el concepto mismo de competitividad nacional en el siglo XXI y cómo debe........
© Deia (Tribuna Abierta)
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