Geopolítica: Más material para los escritores de comedia
La cuestión de la paz en Ucrania se aleja de las fronteras de lo real y cae en el de la pseudopolítica de las élites. Si en la reunión de Alaska en apariencia se dieron acuerdos no del todo conocidos, luego de eso se ha percibido una escalada en la cual tanto un lado como otro mostraron sus armas, sus discursos y la voluntad de sostener sus posturas contrapuestas. Lo cierto es que Moscú no cree en lágrimas y ha dicho claramente que no acepta otras condiciones que la desnazificación de Ucrania y su no entrada en la OTAN. Aquí el conflicto entra en una turbulencia porque, mientras está claro que Rusia no debe coexistir con un enemigo con capacidad de fuego a sus puertas, la alianza atlántica pareciera jugar un doble estándar: no entran formalmente en la guerra, pero sostienen con recursos y con apoyo discursivo a quien se ha negado a una solución, dígase Zelensky.
Pareciera que la paz se esfuma, que las armas se alistan y que ese fin de la humanidad tan pregonado no está tan lejos. El poder de fuego de las grandes potencias no es convencional y su alcance se sabe que está por encima de la compatibilidad con la vida en el planeta. Los líderes occidentales, con los figurines globalistas a la cabeza, han creado una locura basada en el relato de la debilidad rusa. Cuestión esta última que solo logran mantener a costa de dinero en los medios de prensa y de la ignorancia de las masas. El peso para los europeos de esa guerra se ha traducido en una crisis de energía y en el encarecimiento de los costos de producción por lo cual la Unión ha quedado fuera de los estándares para ser un polo competitivo. Pero, si el propio Trump ha dicho que desea el fin de las hostilidades, ¿a qué responde la obstinación de los más afectados —los líderes europeos— por seguir armando a Kiev? Las élites gobiernan para sí mismas, no en función de proyectos con un sentido más allá.
 
 Luego de la cumbre en Alaska se dieron movimientos inquietantes de los Estados Unidos en el Caribe y se comenzó a trazar una narrativa de intervención militar. Lo que existe detrás aún no se sabe bien a qué responde. ¿Trump intenta intimidar al mundo luego de tener que sentarse a la mesa de negociaciones? Lo que se entiende como resultado de los movimientos militares no son más que narrativas, especulaciones. La llamada teoría del loco o sea hacerse impredecible pareciera darle a algún dividendo de lo que a todas luces es una política exterior torpe, que responde a la crisis de liderazgo interno y externo. ¿Y qué hablar de lo sucedido en Nepal? Quizás ahí haya que hablar de una........





















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