Geopolítica: La gira por Asia y su relación con la crisis interna
Las últimas movidas de Trump en el sudeste asiático evidencian que la geopolítica ha cambiado lo suficiente como para colocar al presidente de la otrora superpotencia global en la cualidad de negociador. Tras meses de presiones arancelarias y de imposiciones con el daño respectivo a su propia economía, el líder republicano ha debido reunirse con Xi Jinping, quien representa al mundo en ascenso. La dependencia en torno a los productos provenientes del centro industrial chino es demasiada y ello determina un peso en la estabilidad interna tan necesaria para ganar las elecciones de medio término en las cuales los demócratas aspiran a recuperar las dos cámaras. Pero Trump, quien se ha pasado todo este periodo de los inicios de su mandato dando golpes de ciego en economía, sabe que o establece una tregua con sus adversarios geopolíticos o deberá guerrear en dos frentes y con desventaja.
El saldo de estos meses del presidente Trump no ha sido favorable en lo doméstico. Con un país sacudido por manifestaciones y con una inflación galopante; los Estados Unidos están lejos de la promesa de campaña que enarboló el candidato de la ultraderecha. Apenas movidas muy escuetas en la zona de América se le pueden anotar como ligeros triunfos; sobre todo en lo referente a su alianza con La Libertad Avanza de Javier Milei, cuyo triunfo en las elecciones legislativas le asegura a la Casa Blanca un aliado incondicional en uno de los países más grandes del hemisferio. Algo parecido a lo visto con China acaba de acontecer con Brasil, a cuyo presidente Trump solicitó para negociar el tema económico. Todo esto evidencia en el lenguaje geopolítico solo una cosa: la caída definitiva de la Pax Americana y del globalismo como único sistema de gobernanza y la necesidad de reconocimiento de un orden multipolar al cual los Estados Unidos no se pueden sustraer. La financiarización de la economía norteamericana y la debilidad del dólar frente a otras divisas en ascenso; la caída de la producción neta industrial con la desaparición de centros de poder como Detroit; la destrucción de la influencia comercial norteamericana en amplias zonas del mundo que ahora permanecen bajo el control de China; todo eso ha servido para darle un baño de realismo a Trump, quien no solo ha debido acatarlo, sino llevarlo a uso.
Trump había prometido un nuevo orden mundial en el que se restaure el poder del comercio hacia los Estados Unidos. El excepcionalismo en la versión del mandatario se basaba en pivotar la economía a partir de ver el mercado norteamericano como un privilegio político y por ende el acceso a las reservas de dólar. Pero quizás esas medidas llegaron demasiado tarde, cuando la desindustrialización de los Estados Unidos lo hacía dependiente y débil hacia las importaciones. Los productos chinos no dejaron de entrar, sino que entraron y el costo de los aranceles se transfirió a los consumidores, con lo cual el fracaso en lo interno de las presiones geopolíticas de Trump ha sido........





















Toi Staff
Gideon Levy
Tarik Cyril Amar
Stefano Lusa
Mort Laitner
Robert Sarner
Mark Travers Ph.d
Andrew Silow-Carroll
Ellen Ginsberg Simon