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Geopolítica: ¿De qué batalla cultural nos hablan?

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14.02.2025

El cierre de la agencia estadounidense para el desarrollo por sus siglas USAID ha destapado la caja de pandora de una verdad conocida a voces: la agenda globalista neoliberal falsamente progre era un engendro de los grupos de poder del Estado Profundo norteamericano. Dicho de otra manera, sin que ese sea su objetivo, Trump le ha dado un golpe a uno de los rostros visibles institucionales del llamado poder inteligente o blando a nivel global y provocó la caída de quienes desde hace mucho llevaban adelante la labor de guerra cultural. Entre las tareas de la USAID estuvo siempre la creación de estados de opinión en los cuales no solo se defendiera el interés de los Estados Unidos, sino incluso de cuestiones que estaban por encima del gobierno federal y que atañen a las familias y los estamentos corporativos. Por ello, en el caso de las agencias y de las ONG se estaba hablando desde hace tiempo de un Estado dentro del Estado, que a la manera de una comunidad de fe solo rendía cuentas a personas determinadas y a agendas muy bien definidas a corto, mediano y largo plazo.

Pero lo que Trump ha hecho es cortar uno de los brazos de la política exterior no porque le pareciera demasiado injerencista o nocivo al derecho internacional, sino porque escapa de su control y no está alineado con su propia agenda cultural conservadora, que va por otras vías y sostiene otras alianzas hacia el interior de la sociedad estadounidense. Trump se sirve de estamentos más en el orden del poder duro, empresarial y tecnológico, cuya esencia es el proteccionismo de mercado, la concentración de riquezas y el crecimiento. Por ello, los globalistas, con su agenda woke de corte dominador y sus comandos de control social les son ajenos. El presidente republicano entiende que su poder se ejerce de forma directa y sin máscaras y que el mundo aún posee una estructura de centro periferia en la cual los países industriales dictan sus políticas de tipo fiscal, comercial y de equilibrio. Pero los globalistas, con su percepción de la política desde lo posmoderno, lo cultural y lo social; saben que para sostener la noción de imperio esta debe diluirse en una herramienta suave que se adentre persona a persona y que cree las condiciones de un nuevo coloniaje desde las conciencias más allá de las armas y de la ocupación efectiva.

Cuando se colocan en una balanza ambas caras del poder, debe tenerse en cuenta que la batalla cultural que existe en Occidente y en los Estados Unidos, refleja la división interna del capital en un momento de crisis. La mimetización de las luchas sociales de la izquierda y la apropiación del discurso progresista por la agenda progre liberal son fenómenos que tienen que ver con mecanismos de autoconservación del poder que de alguna manera ha sido efectivos. Y es que la desmovilización, la confusión, las divisiones, le........

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