Guerra terrorista de conquista
Un montón de veces Estados Unidos ha recurrido a la excusa del combate al terrorismo para alimentar agresiones de toda índole contra quienes no siguen sus dictados o le impiden acceder impunemente a sus recursos naturales o merecen desprecio por ser de las razas que desprecia.
Así inició guerras de gran escala y sacrificio humano en Afganistán y luego Iraq y todo tipo de acciones contra Cuba, apoyo a regímenes dictatoriales suramericanos y “operaciones quirúrgicas” para dar muerte a líderes de movimientos independentistas.
Ahora, en el fragor de moda de las acusaciones merecidas contra la USAID, se señala que en los últimos tiempos la entidad norteamericana de aparente ayuda humanitaria ha financiado organizaciones terroristas, entre ellas Boko Haram, Daesh y Al Qaeda.
No es simple propaganda contra el Imperio, sino que Scott Perry, un congresista republicano, y en la vorágine de sacar algunos de los trapos sucios de la anterior y otras administraciones demócratas, afirmó, durante la primera audiencia del Subcomité para la Eficiencia Gubernamental -que controla el multimillonario Elon Musk- que la USAID destinó 697 millones de dólares anuales, junto con envíos directos de efectivo, a financiar campos de entrenamiento terrorista y grupos extremistas.
A su vez Musk también había arremetido contra la USAID, acusándola de realizar “operaciones encubiertas de la CIA”, y fue más allá, al afirmar que la agencia financió investigaciones sobre armas biológicas, incluidos estudios relacionados con el COVID-19 que, según él, causaron millones de muertes.
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