Sara Martínez Castro: poeta de exilio, luchas y añoranzas
El exilio es la nostalgia que gatea
por la memoria. Es la lectura
interrumpida de una novela que
es la historia de una vida.
Nedda G. de Anhalt
MIAMI, Estados Unidos. – Me atrevo a manifestar que Sara Martínez Castro nació predestinada a ser poeta y luchadora. Y lo digo por la enorme sensibilidad e ímpetu de justicia que emana de su persona y creación lírica.
Sara abrió los ojos al mundo en Cueto, pueblo pequeño de la entonces provincia de Oriente, Cuba. Creció cerca de plantaciones de caña de azúcar, centrales azucareros que olían a melaza y tierras fértiles de labranza, tachonadas de árboles frutales y pastizales que alimentaban ganado vacuno, ovino, etc. Y en ese ambiente —de gallos que cantan en madrugadas, en el que destilan perfumes de jardines caseros, flores silvestres y también del que, no lejos, discurre, como el de José Martí, un arroyo murmurante—, Sara estudió los grados primarios y superiores. En esa etapa de la existencia escribió poemas, los primeros, infantiles y juveniles. Luego cursó el preuniversitario (bachillerato) en la cercana ciudad de Holguín.
Y, en pleno apogeo del castro-comunismo, a fines de la adolescencia, Sara y familia inmediata, luego de pasar vicisitudes y humillaciones, parten, como exiliados políticos, rumbo a Estados Unidos.
Ya en tierras de libertad y asentada en la ciudad de Miami, sin dejar de hacer poesía obtiene un grado de asociado en Artes del Miami Dade Community College. Asimismo, toma cursos de Literatura Española e Hispanoamericana en St. Thomas University y recibe un certificado de Periodismo del Koubek Memorial Center de la Universidad de Miami.
A partir de entonces labora, entre otras actividades, como........
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