Revisitando (en shock) mi infancia
Llevo una semana fotocopiando páginas de un libro. Es un regalo de la prima de Jorge a Eva, una bibliotecaria de la municipalidad catalana de Mollet de Valles, la personita más activa de la brigada de Alkaria que visitó Santa Clara la semana pasada y ahora desanda La Habana en tareas solidarias.
Ya había oído hablar de estos Juegos cubanos, compilados por el profesor Rolando Alfaro. Su nombre me despertó cierta nostalgia, y con ganas de rescatar algunas rondas con nuestro público infantil, me animé a ojear el material.
Debo reconocer que aún no me recupero del shock. Yo recordaba juegos muy violentos en sus letras, como el de la manito quemada, el chino que tiran al pozo y la vieja que mata al gato con la punta del zapato. También la clásica gallinita ciega (este empezó en Francia como honra a un soldado y derivó en bullying a una discapacidad), y ni hablar del lunes antes de almorzar, en el que imitábamos las tareas hogareñas, hipnotizadas con la historia monocorde de una niña que no podía jugar porque tenía que lavar… o planchar… o cocinar… y así toda la semana. Menos el domingo, que........
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