Guaracabulla
¡Qué dulce debe ser / vivir aquí en Guaracabulla!, / ¡junto al guajiro que a los trenes viene / con esa ingenua transparencia suya!
Luego de una semana de peripecias por Santa Clara, Sancti Spíritus y Placetas, este domingo amanecí en Guaracabulla. Llevaba años sin pernoctar en el punto central de la Isla; lugar de magia atemporal, cuna de uno de mis hijos afectivos.
Esta vez no dormí en casa de Adys, su madre, porque lleva años viviendo en Placetas, donde cuida con denuedo y amor a una señora nonagenaria. Me acogió Katy: la bibliotecaria, la entusiasta teclera, la esposa de Tomás y madre de Alicita, la cultivadora de plantas hermosas, que además atesora el orgullo de haber brindado el último café hogareño a Guillermo Cabrera, el periodista que convocó a sus amigos al centro de sus vidas para entregar la suya en un pestañazo y sembrar en la ceiba una nueva leyenda.
De aquel apoteósico 1ro. de julio de 2007 a este relajado domingo de modesta fiesta popular, el pueblito ha cambiado perceptiblemente, pero su esencia bucólica no se ha perdido mucho: “Las lomas azuladas en la tarde / noche que con los astros se........© Cubahora
