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Los retos que enfrenta Cuba en 2025 y 2026 solo se resolverán con trabajo concreto, control sistemático y participación popular activa

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friday

Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la clausura del Sexto Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su X Legislatura, en el Palacio de Convenciones, el 18 de diciembre de 2025, “Año 67 de la Revolución”.

 (Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)

 Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana;

Querido Presidente Lazo;

Estimadas compañeras y compañeros:

Agradezco a todos por los profundos debates, responsables y breves, que nos permitieron abordar asuntos cruciales de nuestra realidad.  Solo una auténtica Asamblea del pueblo está en condiciones de enfrentar, con sentido de urgencia, serenidad, realismo y compromiso, los colosales desafíos que enfrenta la nación en este momento y proyectarse hacia el futuro.

Hoy hemos discutido y aprobado el Plan de la Economía, el Presupuesto, el Programa de Gobierno para corregir distorsiones y la Ley General de Ciencia, Tecnología e Innovación, entre otros temas.  Todos ellos están conectados por un desafiante entramado de tareas necesarias, para hacer frente a la compleja situación actual del país y a los riesgos y amenazas que se ciernen sobre la región latinoamericana y caribeña.

 

Vivimos un momento extremadamente complejo para la economía y la vida cotidiana del pueblo, que exige respuestas más profundas, rápidas y responsables.

No se trata de una crisis más: es la acumulación de distorsiones, adversidades, dificultades y errores propios, exacerbados por un cerco externo extremadamente agresivo, en un contexto incierto y peligroso para los objetivos de proteger la paz, promover la cooperación y avanzar en la justicia social, entre otros asuntos vitales de la agenda internacional.

Este contexto se ha vuelto peligroso también para la supervivencia del multilateralismo, el Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas y las normas y prácticas sobre las que han descansado las relaciones internacionales durante ocho décadas.

Esta amenaza se manifiesta, de modo singular, en la impunidad con que se ha permitido y se permite aún el crimen genocida contra el pueblo palestino. Se expresa también en la nueva doctrina impulsada por Estados Unidos, que ellos llaman, con indignante prepotencia, “paz mediante la fuerza”, pero que en esencia consiste en imponer a todos la voluntad arbitraria y el dominio del imperialismo estadounidense mediante amenazas, coerción e incluso la agresión directa.

El aberrante corolario Trump de la Doctrina Monroe y la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, recientemente publicada, no deja dudas sobre las pretensiones hegemónicas contra los pueblos y naciones de nuestra América, ignorando y poniendo en peligro a la región como Zona de Paz, firme y oficialmente proclamada desde 2014.

El texto exhibe sin pudor las ambiciones de un poderío unipolar ya en declive.  Responde a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, a costa de los derechos inalienables de los países de la región.  Declara sin tapujos la pretensión estadounidense de apropiarse de los recursos y riquezas naturales que pertenecen a naciones soberanas del hemisferio occidental y sus respectivos pueblos.

Esto explica el impulso a los planes para establecer bases militares de Estados Unidos en diversos países, la presencia militar exagerada y agresiva en el Mar Caribe, y las amenazas crecientes y provocadoras contra Venezuela, con pretextos tan insostenibles que cambian en cuestión de horas.

El Secretario de Estado, el de Guerra y otros oscuros personajes de las guerras sucias contra la región han logrado arrinconar al aparato de política exterior de Estados Unidos en un conflicto aparentemente sin salida ni solución.  La amenaza de guerra abierta o encubierta contra Venezuela es un acto criminal violatorio del Derecho Internacional.

El asalto y secuestro de un buque tanquero de combustible y la apropiación ilegal de su carga, actos calificados como piratería y terrorismo marítimo; las cerca de 100 ejecuciones extrajudiciales realizadas a la vista del mundo con ataques aéreos contra embarcaciones en alta mar; las incursiones provocadoras de aviones de guerra estadounidenses sobre el espacio aéreo venezolano; la pretensión de sustituir por la fuerza y por segunda vez al Gobierno bolivariano, e imponer uno seleccionado en Washington, como se intentó con un tal Guaidó, son todos actos contrarios al Derecho Internacional.

El Gobierno de Estados Unidos ha llegado al colmo de plantear la peligrosa intención de bloquear total y completamente a buques petroleros que entren y salgan de Venezuela.  Se trata de una brutal y riesgosa medida de tiempo de guerra contra un país que no representa ningún peligro para ellos.

Esto muestra la desesperación impotente de quienes han apostado a la rendición de esa hermana nación frente a la ofensiva violenta y despiadada de una camarilla que se ha apoderado de la política exterior y hemisférica de Estados Unidos.

En la reciente Cumbre del ALBA tuvimos la oportunidad de reafirmar la condena, en los términos más firmes y categóricos, a las amenazas y acciones agresivas contra la hermana República Bolivariana de Venezuela, y el absoluto respaldo y solidaridad de Cuba con esa nación latinoamericana y caribeña.

De manera casi paralela, y desde mucho antes también, contra Cuba se ejerce una agresión económica incesante, con un recrudecimiento criminal del bloqueo y la injustificada inclusión del país en la espuria y arbitraria lista de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo.  Esto se traduce en sabotajes constantes a las transacciones comerciales y financieras prácticamente con cualquier mercado del mundo.

También se manifiesta en las acciones directas e indirectas promovidas por el Gobierno de Estados Unidos y que hemos denunciado reiteradamente, dirigidas a interferir en el desempeño macroeconómico interno, promover la inflación y deprimir sustancialmente el nivel adquisitivo de la población.

La agresión del imperialismo ha continuado haciendo uso de su poder monopólico sobre los medios de comunicación y las infraestructuras tecnológicas de las redes digitales para promover desesperanza y desencanto, irritar, desorientar y confundir, alimentar la especulación y erosionar la confianza en el liderazgo de la Revolución, atacando a fondo la fibra emocional de la nación cubana.

Empleando incluso la actividad perniciosa y mendaz de su representante diplomático en Cuba, insisten en tratar de dañar los vínculos con otros gobiernos, propósito que escala con métodos inmorales en el ataque persistente y difamatorio contra la solidaria cooperación médica internacional de nuestro país.

Aun en esas condiciones y en un año de grandes desafíos, la autoridad, el prestigio y la trayectoria de solidaridad del país se hicieron patentes.

La resolución que en la Asamblea General de las Naciones Unidas reclamó una vez más el fin del bloqueo recibió, como siempre, el respaldo abrumador de la comunidad internacional, a pesar de las sucias gestiones y brutales presiones del Gobierno de Estados Unidos y de las falacias que difundieron sobre Cuba,........

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