Iglesias
“Con la iglesia hemos dado, Sancho”. El Quijote doliéndose del Antiguo Régimen, del oscurantismo, del pensamiento crucificado, de la barbarie del poder. Siglos de una España sometida, atrasada, analfabeta, y así hasta el nacional-catolicismo. Algo queda. Demasiado. Sales a la calle y lo respiras. Apesta a cirio. Sales a la calle y en cuanto das dos pasos, una iglesia. Si das más de dos, una glorieta: Iglesia. Veámosla.
Cada recodo de la iglesia respira el ambiente post-cruzada victoriosa. Pasas por delante y dan ganas de cuadrarse o de salir corriendo
Siguiendo esa costumbre madrileña de la bi-nominalidad, Iglesia en realidad se llama Glorieta del Pintor Sorolla, pero en el callejero sentimental de los gatos el metro manda, y la estación de allí se llama Iglesia. ¿Qué iglesia? La de Santa Teresa y Santa Isabel, construida en 1856 por el arquitecto José María Aguilar de Vela, el mismo que participó en el diseño del Banco de España o el balneario de Marchena. Estaba mal cimentada sobre terrenos movedizos. Cuentan que al cura Merino, guerrillero y trabucaire, le dieron el paseíllo camino del cadalso pasando justo por delante. Su comentario fue premonitorio: “Efectivamente, está desnivelada”. Décadas después acabó de desnivelarse: fue quemada y destruida en el 36. Las obras de reconstrucción se alargaron durante los 40, a cargo de José María Garma Zubizarreta. El resultado está a la vista: un mazacote infumable de neoclasicismo mostrenco. Cada recodo del edificio respira el ambiente post-cruzada........
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