Yeltsin en Washington
Como Boris Yeltsin en la Rusia de los noventa, Donald Trump es un líder con gran instinto e intuición. No ganó las elecciones en su país por casualidad. Supo aunar el interés de los megamillonarios, atraídos por las bajadas de impuestos, con el descontento popular por el deterioro del nivel de vida regado con los bajos instintos xenófobos y anti woke del populacho y el hartazgo hacia la pijería de Biden, que Harris reivindicaba y prometía mantener con una irritante y hueca risita.
El olfato y el instinto le han venido bien a Trump para ganar, pero, como Yeltsin, es un perfecto inútil para gobernar. Está nombrando a gente tan dispar y contradictoria que el resultado seguramente decepcionará a todos y puede crear un gran desastre en el país como el que Yeltsin creó en Rusia en los años noventa. Mencionando todo eso, el cineasta ruso Karen Shajnazarov, un habitual de la tele rusa, concluía esta semana: “... Y eso nos puede venir muy bien a nosotros”.
Muchos observadores occidentales se equivocan cuando dicen que en Moscú están encantados con la victoria de Trump. Hay demasiada imprevisibilidad en este Yeltsin americano carente de toda estrategia. Sus nombramientos auguran, ciertamente, más presión contra América Latina. También en Oriente Medio, donde, como dice David Hearst, el editor de Middle East Eye, “en su primer mandato, Trump creó las condiciones para el ataque de Hamás del 7 de octubre, al trasladar su embajada a Jerusalén, bendecir la anexión de los Altos del Golán e inventar los acuerdos de Abraham y ahora en su segundo mandato, y con un gobierno compuesto por tipos que repiten como loros los planes de Israel para extender su guerra a Siria e Irán, es perfectamente capaz de desencadenar un conflicto regional que escape al control tanto de América como de Israel”. Pero lo de Ucrania, que sin duda es lo que más importa en Moscú, está mucho menos claro.
Alguien que pretende “solucionar el problema en 48 horas”, “entendiéndose con Putin”, no comprende el asunto. Trump no entendía por qué los norcoreanos se hicieron con la bomba y lanzaban misiles de vez en cuando, y no logró nada pese a su insólita reunión con Kim Jong-un, en junio de 2018. Que en julio de aquel mismo año se reuniera en Helsinki con Putin no impidió que poco después se retirara del acuerdo sobre fuerzas nucleares intermedias (INF), creando las condiciones técnicas para el despliegue de armas nucleares tácticas en Polonia y Rumanía, autorizara la entrega a Ucrania de armas pesadas en grandes cantidades, metiera a la OTAN en Ucrania –aunque Ucrania no estuviera en la OTAN– y aprobara una nueva estrategia de seguridad nacional con la que cambió la prioridad de “lucha contra el terrorismo” por la “competición entre grandes potencias” como........
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