Jueces que fuman Montecristos
No somos los únicos encarcelados injustamente... ¡Mirad a todos esos famosos de izquierdas!
Lisa Simpson
“Quien nada hace, nada teme” dice un inocente dicho español. La frasecita de marras funge como pirula tranquilizadora de mentes biempensantes, para quienes los malos y los buenos están bien diferenciados. Vean si no recientes declaraciones sobre migrantes. Si son rubios o hablan español, buenísimos; si oscurillos y rezan a otro dios, delincuentes peligrosos. Clarísimo, ¿verdad? Al menos para la gente de orden. Lo malo es que hasta ese orden –establecido, vaya que si está establecido– tiene propietarios y son ellos los encargados de separar el grano de la paja. No se equivocan nunca, afirman. Nunca un inocente será condenado. Si ocurriese lo contrario –y ahí entra el condicional que alimenta la ficción– sería una excepción, una anomalía de tal calibre que ese mismo orden se encargaría de subsanar o, como dirían los malpensados, ocultar. Esos mismos individuos sospechosos acusan al orden establecido de convertirse en un establecido desorden cuya finalidad no es otra que la destrucción de personas, reputaciones, familias, bienes. Un agujero negro que devora presentes y futuros pero siempre con la categoría de excepcional, rareza que, sin embargo, suele tener preferencia por el mismo tipo de víctima. Si se pasean por las noticias diarias verán casos –siempre singulares– de injusticias judiciales contra ecologistas, activistas, sindicalistas, políticos de los llamados progresistas, líderes izquierdistas y hasta pobretones artistas y titiriteros. Algunos dicen que esta extravagancia tiene su propio nombre en la lengua franca: lawfare.
Como decíamos, el puñado de malpensados atraviesa la historia. Ahí estaría Dickens en sus incontables novelas críticas del tenebroso sistema judicial victoriano o Víctor Hugo en Los Miserables, novela que comienza con una injusticia judicial: a Jean Valjean le cae un lustro de condena por robar un pan y se pasa 19 años en el trullo por intentar fugarse. Si en la actualidad el héroe de Hugo militara en Futuro Vegetal o defendiera a las ballenas encontraría jueces más duros que los de 1815.
Otro malpensado fue Alejandro Dumas, que denunció una injusticia judicial en su novela más famosa: El conde de Montecristo (1846). La historia de la conspiración que le lleva a la cárcel y........
© CTXT
visit website