¿Magnicidio? Imprime la leyenda
Lejos de nuestro ánimo pretender apuntarnos a las teorías conspirativas tan propias de estos tiempos sinsorgas. El frustrado magnicidio contra el golpista que va a sentarse de nuevo en la Casa Blanca tiene mucho de representación, sí, pero no tanto como la famosa ópera de Verdi que los aficionados citan siempre en italiano: Un ballo in maschera. Basada en Gustave III o Le Bal masqué de Augustin de Eugène Scribe, aquel asesinato dio mucho que hablar en los mentideros de la época, aunque la víctima fuese el típico reyezuelo del siglo XVIII, o sea, un anormal. Pueden comprobarlo en Un asunto real (Arcel, 2012) y además disfrutarán de un Mads Mikkelsen hecho todo un ilustrado.
Ilústrame, Mads.
Y sin embargo Gustavo no fue tan popular en su época, ni tan siquiera en su país, y una facción quejica se lo cargó a tiros aprovechando un baile de disfraces, a los que era muy aficionado. ¿Y Verdi? Pues un siglo después se topó con la censura napolitana promonárquica. En París, Napoléon III acababa de sufrir un atentado con bomba, lanzada por el mismísimo inventor: Orsini –cuyo padre era de Lugo, ya ven qué cosas–. Como un regicidio no podía ser el tema principal de una ópera, a Verdi –que cojeaba de la pata izquierda, mejor no meterse en líos– y a su libretista se les ocurrió cambiar Suecia por Boston y al rey por un simple gobernador. La música verdiana brilla, faltaría más, pero con el regicidio enmascarado, el argumento resulta patidifuso. Da igual, es un éxito desde entonces.
Porque el interés del respetable por los magnicidios viene de antiguo y el peligro de muerte o la muerte misma no despiertan la misma atención en un mandamás que en un don nadie. Comparen un arañazo en la oreja con el diario genocidio palestino o los fines de semana plagados de feminicidios, otros “cidios” menos mediáticos. Porque a la gente –al vulgo, que diría Gustavo de Suecia– le van los “cidios” de famosos desde tiempos pretéritos, si me apuran, desde antes de Julio César y su muerte narrada mil veces; solo le falta un musical en la Gran Vía. Para muestra, un botón austrohúngaro –homenaje a Berlanga–: la trágica muerte de la súper reina del colorín, Sissi. Toda una influencer de su época, rescatada ahora como icono feminista........
© CTXT
visit website