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¿Un feminismo incómodo?

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02.02.2024

Llevamos un tiempo discutiendo sobre los amigos del presidente Sánchez y su incomodidad con el feminismo. En algunos sectores se ha identificado este “feminismo incómodo” con uno combativo en el que ser muy cañera con los hombres y denunciar “sus privilegios” genera una reacción que se interpreta como signo de avance. ¿Veis? Reaccionan ante nuestro avance imparable, dicen. Por otro lado, el feminismo se representa como un bloque sin diferencias internas, sin contradicciones –sin conservadurismos, transfobias, exclusiones o racismo–, y un proyecto que hay que defender a capa y espada, así en bloque, sin analizar sus complejidades y tensiones “para no dar armas al enemigo”, para seguir avanzando espada en mano.

Pero las cosas son siempre un poco más complicadas. Por supuesto, la rabia en muchas ocasiones es un poderoso motor político, no vamos a ser las policías del tono. Tiene que haber espacio para expresarla, pero ¿contra quién? ¿Quién es el enemigo? ¿Cómo se construye? ¿Son los hombres o el patriarcado y la desigualdad? ¿Cuál es la utilidad política de señalar a los hombres como un todo? ¿Si los hombres son el enemigo, todas las mujeres son “compañeras”?

Sí, el feminismo es incómodo (también para nosotras)

Si damos un paso atrás para ver el conjunto, se hace evidente que poner en cuestión los roles de género –desestabilizar el orden sexual– tiene consecuencias más inquietantes para las personas de lo que puede parecer a simple vista. Asegurar que el género no es natural sino una construcción social, como hace el feminismo, es capaz de desatar ciertos pánicos profundos porque el género es un elemento central de la manera en la que se autoidentifican las personas. Como explica Christine Delphy, para muchos supone un ataque a la propia identidad, a las coordenadas que organizan su mundo y las propias relaciones sociales. Este malestar de género existe, y quizás, como dice Miquel Missé en esta charla, hay que hacerse cargo de él, darle espacio y llevarlo a la conversación pública.

También se está produciendo una transformación efectiva en la manera en la que nos relacionamos con el género, impulsada por el feminismo y la práctica vital y política de las disidencias sexuales. Jack Halberstam da cuenta de cómo las identidades sociales de género están cambiando, se están multiplicando sobre todo entre los jóvenes. El binario estalla, hay más formas de identificarse –como trans, no binaria, trans-marica etc.–, lo que llega incluso a poner en cuestión el significado de la heterosexualidad que “no puede permanecer estable”, dice Halberstam. No está tan claro, explica, qué es ser hombre y qué es mujer, eso mueve el suelo de la heteronormatividad, en un mundo donde el matrimonio pierde peso, la reproducción no requiere de esta sanción social o religiosa ni de relaciones monógamas; ni hay una relación orgánica e inevitable entre los hombres, las mujeres, los hijos y la vida familiar.

Las identidades sociales de género están cambiando, se están multiplicando sobre todo entre los jóvenes

Todos estos cambios son profundamente desestabilizadores para algunas personas que quieren saber que su forma de vida es eterna........

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