menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

“El mar puede ser un sujeto de derecho porque está vivo”

6 0
31.07.2024

Les llamaban “las cinco locas”, aunque eran ocho en realidad: cinco mujeres y tres hombres. Estos últimos, juristas. Las cinco mujeres eran, según la protagonista de esta conversación, “las cinco incondicionales” –no versadas en derecho, pero íntimamente afectadas por los hechos– que apoyaron desde el principio, desde su etapa embrionaria en la localidad costera de Los Alcázares (Murcia), la Iniciativa Legislativa Popular que pretendió dotar al Mar Menor de Personalidad Jurídica propia. Ocho dementes fundacionales que conformaron la Comisión Promotora de dicha ley, pergeñada tras el colapso ambiental que el Mar Menor sufriera en octubre de 2019. Un órdago jurídico que tuvo en Teresa Vicente (Lorca, 1962), abogada y profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad de Murcia, su brújula, timón y mascarón de proa hasta su aprobación y puesta en marcha en el otoño de 2022.

Esas ocho personas entendían, igual que Vicente, que un entorno como el Mar Menor, la laguna salada más grande de Europa, tesoro natural de la Región de Murcia ultrajado durante décadas por intereses financieros y la desidia política, “también tiene derechos”. Una postura (revolucionaria) que ha levantado temporales variables en distintos frentes, pero que sigue ganando batallas. La susodicha locura fue compartida por más de 600.000 ciudadanos que estamparon su firma para acabar logrando que el Mar Menor fuera el primer entorno natural con Personalidad Jurídica de Europa. Un hito que ha llamado la atención de medio mundo, que ha dado ideas a habitantes de lugares como Venecia, interesados en nuevas fórmulas de preservar su hogar, y que llevó a Teresa Vicente a recibir, hace apenas unos meses, el prestigioso Premio Goldman, otorgado por la fundación homónima estadounidense y considerado “el Nobel del medio ambiente”. El premio llevó a su vez a Vicente a reunirse en la Casa Blanca con la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, quien al parecer entendió el mensaje de fondo de esta ley.

Es pronto para saberlo, pero no resultaría descabellado que la proeza civil, humana, liderada por esta exabogada devenida en profesora, esté incubando repercusiones inéditas en la forma en que se ha concebido hasta ahora nuestra relación con la Naturaleza. Empezando por su convicción radical de que no es sólo una fórmula de respeto necesario al planeta, sino “un camino hacia la paz”. Un paso más en el largo camino de respeto que nos debemos todavía como habitantes, e hijos, de la Tierra.

Vicente comienza contándonos que su trabajo para conciliar el derecho y las ciencias ambientales se remonta a 1986, cuando redactó su tesis doctoral: “Con la justicia ecológica como paradigma del cual emanan derechos de la Naturaleza”. Pero “el motor” que ha dado fuelle a esa idea, dice, ha sido el movimiento social. En concreto, el de “la gente que esperaba nuevas soluciones”, harta de que ninguna ley de protección, autonómica, estatal o europea, sirviera para interrumpir el maltrato al Mar Menor. Un lugar que supone para muchos murcianos, y foráneos de adopción, “su identidad cultural y biológica”, pero que se ha protegido como se protege “a un objeto”: es decir, tratándolo demasiadas veces como un basurero. Fue ese “sentimiento de injusticia”, asegura, lo que provocó el respaldo ciudadano masivo.

…Quizás porque la filosofía, el para qué de las leyes, a la luz de lo que se necesita en lo cotidiano, se impone aquí a la inercia legalista de “esto es así porque siempre se hizo así”…........

© CTXT


Get it on Google Play