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Torturas franquistas en la Puerta del Sol

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14.06.2024

Un edificio puede moldear el terror a lo largo de su historia. La Real Casa de Correos, situada en la céntrica y madrileña Puerta del Sol, no siempre fue la Dirección General de Seguridad (DGS) franquista, pero sí el epicentro de la administración represiva estatal contra los diferentes movimientos sociales que propugnaban el progreso democrático y el avance de los derechos para la clase trabajadora. En ella, las palizas, los golpes y los asesinatos no fueron algo inusual, sobre todo durante el último régimen dictatorial de España.

El historiador Pablo Alcántara publica La DGS. El palacio del terror franquista (Espasa, 2024), una investigación en la que, si se presta atención, todavía se pueden escuchar los gritos de los opositores que dieron con sus huesos en los sótanos de este lúgubre enclave, hogar de la temible Brigada Político-Social (BPS). Ilustrar los cientos de antifranquistas que pasaron por la DGS no es una empresa fácil. Aquí, algunos de ellos, para que sus nombres tampoco se borren de la historia.

Tres años después del golpe de Estado, y apenas unos meses tras el fin de la guerra, se dio el que se puede considerar como primer asesinato en la DGS. Sergio Álvarez Ibáñez, militante de la UGT y trabajador en Telefónica, según los documentos oficiales murió por un ataque al corazón como consecuencia de una neumonía mientras estaba siendo interrogado y torturado por la BPS. “Los médicos forenses, en este caso, afirmaron que la víctima presentaba contusiones en codos, regiones pectorales y nalgas, lo que muestra que este ugetista no murió de un ataque, sino asesinado tras haber sufrido diversas torturas”, afirma Alcántara.

El de Sergio Álvarez Ibáñez se puede considerar como el primer asesinato en la DGS

El caso de Álvarez es algo paradigmático, pues señala lo sintomático de una DGS que, desde el principio de la dictadura, albergó este tipo de métodos para “reprimir a los militantes antifranquistas que se opusieron al golpe de Estado”, dice el autor del libro. El trabajador de Telefónica fue acusado por la justicia franquista de auxilio a la rebelión dada su militancia en el sindicato, por aquel entonces socialista. Nunca se instruyó su caso, ya que murió a........

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