Rilke en el Tribunal Supremo
Si es usted uno de esos jóvenes con inquietudes artísticas que anda en estos días de matrículas universitarias pensando qué oficio podrá satisfacer su vena creativa, además de leer las famosas cartas de Rilke, le recomiendo este artículo. Desde Rainer María hasta nuestros días las cosas han cambiado mucho. Tanto que hoy puede usted encontrar una gran variedad de oficios creativos más allá de la literatura, la pintura o las artes escénicas. Uno de ellos es la carrera judicial.
Quizá le sorprenda. Quizá tenga usted aún instalada la idea de que los jueces son aburridos seres que viven su día a día enterrados entre montañas de documentación legal a la que deben darle forma de manera rigurosa para dictar sentencias soporíferas. Abandone esa creencia errónea. Quizá, no lo niego, esto fuese así en algún tiempo pasado. Hubo épocas no tan lejanas en las que la prudencia gobernaba lo judicial hasta tal punto que aparecían sobresueldos a nombre de un tal Eme Punto Rajoy y nadie se atrevía a señalar a nadie por no precipitarse. Es cierto que eran años en los que un miembro del PP podía presumir de controlar por detrás el Tribunal Supremo y, prudentes y aburridos como ellos solos, los jueces no se atrevían a generar literatura apocalíptica hablando de peligros letales para la democracia. Esto ha cambiado radicalmente. La era de la prudencia ha dejado paso a una época vibrante y llena de luz en la que los miembros del Tribunal Supremo son hoy estupendos guionistas capaces de fabricar los relatos,........
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