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“El trabajo de limpieza condiciona todos los demás. Sin ellas, nadie más puede trabajar”

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En 1975, más de treinta mujeres de la limpieza de la recién creada Universidad Católica de Louvain-la-Neuve (UCL) de Bélgica se declararon en huelga durante tres semanas, “despidieron” a su jefe y decidieron lanzar una cooperativa autogestionada. Su experimento de democracia económica radical, al que llamaron Le Balai Libéré (‘La Escoba Liberada’), les permitió triplicar sus salarios, expandir la cooperativa a más de cien trabajadores y demostrar que los trabajadores pueden gestionar sus propios asuntos. Después de catorce exitosos años, solo la imposición de un sistema de licitación pública –que permitía a los competidores privados ofrecer precios más bajos– puso fin abruptamente a su proyecto.

La historia de La Escoba Liberada estaba prácticamente olvidada para cuando la directora de documentales francesa Coline Grando comenzó sus estudios universitarios, a finales de la década de 2010. Pero, afortunadamente, se enteró de ello a través de una amiga y rápidamente decidió empezar a recuperar su memoria. Después de cinco años de hurgar en los archivos, realizar campañas puerta a puerta para encontrar a las mujeres involucradas en la cooperativa y conversar con las limpiadoras que trabajan actualmente en la universidad, Grando estrenó su documental Le Balai Libéré en 2023.

En esta entrevista, Grando habló sobre su película, los éxitos y desafíos de la autogestión y sobre si podríamos crear una imaginación política similar hoy en día.

¿Por qué las mujeres de la limpieza se declararon en huelga en 1975, una acción que llevaría a la creación de una cooperativa autogestionada?

A principios de la década de los setenta, la ciudad y la universidad de Louvain-la-Neuve acababan de ser construidas. La empresa ANIC, que había contratado a las mujeres, era un subcontratista clásico, y la universidad había decidido externalizar el trabajo de limpieza a dicha empresa. Sin embargo, el sindicato no estuvo de acuerdo.

A medida que se recortaban los presupuestos de la universidad, el subcontratista quería enviar a algunas de las trabajadoras a otro sitio en Recogne, en la región belga de Luxemburgo. Pero no les dio una furgoneta para llegar allí. En Bélgica, recorrer ochenta millas para ir al trabajo no tiene sentido. Por lo tanto, no aceptaron el cambio y algunas de ellas acudieron al sindicato.

La universidad había decidido externalizar el trabajo de limpieza

El personal de limpieza inició una huelga de tres semanas. Se puede imaginar lo que sucede cuando una universidad, especialmente una en construcción, no se limpia durante tres semanas. Las trabajadoras me contaron que el profesorado y los y las estudiantes vinieron a la universidad a conseguir papel higiénico durante la huelga. Cada día de paro se producía algún tipo de acontecimiento, como una manifestación en la que quemaban una efigie del jefe y la metían en un ataúd. Siempre había algo que recordaba a la gente de Louvain-la-Neuve que el personal de limpieza estaba en huelga.

Los dirigentes sindicales sugirieron inmediatamente avanzar hacia que las trabajadoras gestionaran su propio trabajo. Se inspiraron en una iniciativa de autogestión en una fábrica de relojes de LIP, en Besançon, Francia, que tuvo lugar unos años antes. Algunas sindicalistas belgas que fueron a Besançon para ver cómo funcionaba en LIP regresaron con el deseo de optar por la autogestión. La Escoba Liberada es parte de esta historia.

Entonces, ¿fue el sindicato quien propuso la idea de la autogestión?

El personal de limpieza que se quiso quedar se subió al carro de la autogestión. Había cuarenta y dos de ellas en el momento de la huelga, y treinta y ocho aceptaron. Durante la huelga se llevaron a cabo talleres, como por ejemplo un grupo de trabajo legal que planteó la pregunta: ¿qué tipo de estructura queremos? Hubo grupos con estudiantes de Louvain-la-Neuve para popularizar la lucha. Había grupos de trabajo y todos los días acudían al sitio.

Es importante destacar que ya existía un triángulo de relaciones entre el sindicato, la universidad y el jefe. Así que, tan pronto hubo una disputa con el subcontratista, la universidad fue incluida en la discusión. Ahora el mayor problema era persuadir a la universidad para que aceptara la autogestión, ya que esto significaba convencerla de que rompiera el contrato con el subcontratista y firmara un contrato con una nueva organización sin ánimo de lucro que se llamaría La Escoba Liberada. Y dado que los sindicalistas de la Confederación de Sindicatos Cristianos (CSC) conocían a personas en la junta directiva de la Universidad Católica de Louvain-la-Neuve, los planetas se alinearon un poco para que la universidad aceptara.

Uno de los argumentos era que mejoraría la reputación de la universidad si apoyaba este tipo de iniciativas inusuales para probar una nueva forma de gestión. De hecho, funcionó bien: comenzó con un contrato de unos pocos meses, luego se extendió a un año y después a tres años; el contrato se renovó constantemente hasta 1989.

El personal de limpieza hablaba constantemente de “despedir al jefe”. ¿Esta inversión........

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