Brasil se aleja de Venezuela
El pasado 8 de agosto, Breno de Souza, embajador de Brasil en Nicaragua, abandonó el país centroamericano un día después de haber sido expulsado por el presidente Daniel Ortega. El Gobierno nicaragüense argumentó que la expulsión se debió a la no comparecencia del diplomático brasileño al cuadragésimo quinto aniversario de la Revolución Sandinista del 19 de julio, algo que no es obligatorio. El presidente Lula adoptó la política de reciprocidad y expulsó a Fulvia Patricia Castro Matus, embajadora de Nicaragua de Brasil. El incidente apenas tuvo repercusión en los medios internacionales, ya que todas las atenciones estaban puestas en la tensión desatada por la no divulgación de las actas de las elecciones de Venezuela del 28 de julio. El rifirrafe nico-brasileño anticipaba un cambio de rumbo en la geopolítica del gigante sudamericano que no tardaría en contagiar la relación entre Lula y Nicolás Maduro. Brasil empezaba a alejarse del eje bolivariano.
Desde que Lula regresó al poder, Brasil evitó unirse a las declaraciones del grupo de países latinoamericanos, liderado por Chile, críticos con el Gobierno de Nicaragua. A pesar de haber recibido información pormenorizada sobre violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno de Daniel Ortega, Brasil intentaba mantener el diálogo con Managua. La diplomacia brasileña mediaba, de hecho, entre el Vaticano y el Gobierno nicaragüense para la liberación de los obispos católicos detenidos en 2022.
La expulsión del embajador brasileño marcó un antes y un después. El 10 de septiembre, Brasil firmó una declaración en la ONU junto a Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay y Perú, acusando al Gobierno de Ortega de tortura, desapariciones y represión. Venezuela describió la declaración como “propaganda”. El desencuentro entre Brasil y Venezuela iba in crescendo. Lejos quedaba el clima de confraternización con el que Lula recibió a Nicolás Maduro en el palacio de gobierno el 29 de mayo, tras ocho años de ausencia. El presidente brasileño llegó a echar un cable al mandatario venezolano, al afirmar que su gobierno era víctima de una narrativa sobre ausencia de democracia.
Mediación imposible
Brasil fue el único país que envió políticos de alto rango para acompañar las elecciones venezolanas del 28 de julio. Un día después de los comicios, Celso Amorim, exministro de Exteriores durante los dos primeros mandatos de Lula y actual jefe de la Asesoría Especial de la Presidencia brasileña, se reunió con Nicolás Maduro en el palacio de Miraflores, sede de la presidencia venezolana. Brasil empezaba a liderar la mediación en el conflicto abierto por unas elecciones en las que gobierno y oposición se declaraban vencedores. Lula aprovechaba la inercia del restablecimiento de relaciones con Venezuela (rotas desde que Jair........
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