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Próximo destino de la flotilla: Noruega

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30.11.2025

Como uno ya no puede salir incólume de las redes sociales, lo mejor es bañarse de repelente antes de acceder e intentar la menor cantidad de ronchas, de esas que alteran las ideas y los ánimos. Los posts traen detrás una carga emocional del autor y una necesidad implícita de convencimiento. Todos escribimos con agenda en mano y leemos esperando reafirmar nuestros pensamientos o, los menos, aclararlos. Sentimos las posiciones contrarias como picaduras de abeja y reaccionamos en consecuencia.  

Hace unas semanas en Facebook, Roberto Laserna, intelectual cochabambino, osó escribir lo que pensaba. El sociólogo de profesión refería que varios amigos suyos habían expresado estos años su preocupación por el conflicto de Gaza y mostrado solidaridad con los gazatíes y apoyo a las diversas manifestaciones realizadas en Europa y Estados Unidos. Todo con lo que el autor de la publicación está de acuerdo (pese a que no dejaba de preguntarse qué pensarían aquellos de los secuestrados judíos que todavía seguían en poder de Hamas). 

Fue, no obstante, el segundo párrafo del post lo que sulfuró al activismo facebookeano. Laserna escribía: “Me decepciona profundamente su silencio ante los genocidios que se cometen hoy mismo en Nigeria, Sudán y........

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