El paro juvenil, espejo fiel del mal desempeño educativo
Cuesta comulgar con piedras de molino tales como la manoseada por los gobernantes de que tenemos la generación de jóvenes mejor formada de la historia, si cada informe sobre la calidad educativa comparada elaborado por la OCDE desciende a simas más profundas que el precedente. El de 2022, publicado hace una semana, confirma que España tiene ahora el peor desempeño educativo de lo que va de siglo, atrapado en una espiral descendente que no encuentra freno; desmiente la supuesta mejora del abandono escolar temprano; es coherente con una tasa de desempleo juvenil de cerca del 30% y la falta de formación para absorberla; y consolida lacerantes diferencias regionales en un ejemplo más, quizás es más peligroso, de la ruptura de la unidad de mercado.
Las autoridades nacionales se consuelan con excusas coyunturales como la pandemia de Covid de hace ya tres años, mientras las autonómicas que tienen en su mano las riendas de la educación echan mano de justificaciones tan peregrinas como la inmigración. En unos casos y en otros, el examen de conciencia pasa a mejor vida, camuflado en una supuesta pérdida de pulso de la calidad en los países del entorno, mientras la excelencia empieza a desplazarse definitivamente hacia los países asiáticos, causa innegable de que también el progreso económico les asistirá en el futuro.
Este desinterés por afrontar el problema número uno del país solo prolonga la nefasta consecuencia plasmada en el mercado de trabajo, como veremos más adelante. Pero darle la vuelta a las cifras no será posible si no se descubre la raíz del asunto para vivificar las políticas educativas, aunque algunas de sus quiebras no tengan ya solución posible.
A mi entender modesto, que........
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