La viajera británica que anticipó el turismo en Gran Canaria y sus amigos Chil y Millares
Olivia Stone llegó a Gran Canaria el 6 de noviembre de 1883 procedente de Tenerife. En aquellos momentos, el archipiélago estaba constituido como una provincia única con capital en la isla tinerfeña, de ahí que el título que diera la escritora -con el apoyo de su marido: James Stone- a los dos tomos que narran su periplo canario fue Tenerife y sus seis satélites, destacando la dependencia y diferente nivel de desarrollo entre las distintas islas. La pareja desembarcó a las 6.30 h. en la bahía de La Luz, donde se terminaba de construir el puerto de refugio, y puso pie en la «isla donde se habían librado tantas batallas», citando en otro apartado las luchas contra Drake, Hawkins o el holandés Van der Does. No olvidemos que los tres participaron en la lucha contra la Armada invencible en el siglo XVI. Pero esa es otra historia
La viajera se hospedó en la Fonda Europa, “el mejor hotel de Las Palmas”, una casona construida por un británico que fue adquirida y regentada por un isleño. Posteriormente se abrirían por británicos los hoteles Quiney y el Santa Catalina, así como se crearía el primer Club de Golf de España y el Lawn Tennis Club. Stone señala que todas las construcciones de la ciudad tienen azotea y no hay ninguna con tejado. “Parece que hemos dejado a Europa en Tenerife y llegado a África en Gran Canaria, por lo diferentes que parecen las casas”.
El mismo día de su llegada, enviaron una carta de presentación al Dr. Gregorio Chil y Naranjo, quien acudió a saludarles, resaltando que cuidaba con esmero «el nuevo museo abierto hace poco», así como comenta que “su libertad de pensamiento ha hecho que resulte molesto para el clero local y, aunque creo que no ha........





















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