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Cuba, después de tanto nadar

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25.08.2025

Por Leonardo Padura*

Morir en la arena es una novela triste. Si El hombre que amaba a los perros es quizás la más desencantada, o Como polvo en el viento la más visceral, esta es la manifestación de una tristeza personal ante una derrota colectiva.

Y es que se trata de la historia de una generación que, al llegar a sus años finales viviendo en Cuba, se encuentra en una situación realmente calamitosa, tanto en sentido económico como existencial. Después de tantos años de trabajo, de esfuerzos, de sacrificios, de haber estudiado y trabajado, de haber incluso participado en guerras, pues llegan a un final en el que son más pobres que nunca, más vulnerables, como se suele decir ahora. Porque, además, muchos de ellos, han visto partir a sus hijos y sufren ese desgarramiento que puede complicarse con la soledad. Y mientras, a su alrededor, todo se está desintegrando o ya se desintegró: ellos también forman parte de esa desintegración. Son esas personas que tienen mi edad y que se han jubilado con una pensión de 2000 pesos en un país donde hace falta mucho, mucho más dinero para vivir. Y, por supuesto, haría falta tener esperanzas, que no se pueden cuantificar, pero que sí pueden medirse y pesarse.

Es también una novela sobre el destino trágico de una familia en la que ocurre un acontecimiento brutal, que es un parricidio, y por ello de alguna forma deviene en una indagación sobre la posibilidad de la redención y la necesidad del perdón. Hay reflexiones sobre la posibilidad de redimirse y la necesidad de perdonar, y en ese sentido pues........

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