Mentiras y desengaños
Un tórrido verano, dos muertes violentas, los afanes de un policía por hacer justicia en un entorno de corrupción y negocios turbios
Durante este verano la TV cubana ha vuelto a retransmitir episodios de El comisario Montalbano, serie de filmes para la televisión muy exitosa dentro y fuera de Italia. El primero de ellos se estrenó en 1999, luego las temporadas se sucedieron hasta la década actual, con entregas que en total superan la treintena de películas.
Igual que la saga literaria homónima, las acciones transcurren en Sicilia, en una pequeña ciudad costera imaginaria: Vigata. Asimismo, las versiones cinematográficas se ciñen a lo narrado en los textos originales y al diseño de personajes concebido por el escritor, guionista, director teatral y televisivo Andrea Camilleri (1925-2019).
Su protagonista, Salvo Montalbano, no representa al clásico héroe de una sola pieza, infalible, irreprochable e inalterable. Tampoco sus capacidades deductivas siguen la línea de un Holmes, un Poirot o un Maigret. Por el contrario, es un hombre común, con dudas, disgustos y hasta explosiones; a veces se equivoca y debe reconsiderar sus ideas. Cuando no queda otro remedio es capaz, aunque se lo autorreprocha, de mentir y amedrentar a los delincuentes para obtener sus confesiones. Con toda razón, no tiene buen criterio de sus superiores y a menudo elude indicaciones o se divierte a costa de ellos. Quizás por eso el espectador lo siente, más que verosímil, cercano.
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