El resultado es un estancamiento, donde cada tregua, lejos de abrir un espacio de diálogo, funciona como breve interludio antes de la siguiente escalada. La ecuación no cambia: la retórica y la práctica solo reafirman el desencuentro.

La mediación estadounidense en Medio Oriente, lejos de entregar una paz estable, retrata la resiliencia de una diplomacia que sobrevive aferrada más a la tenacidad que a los logros concretos.

El proceso que la administración Trump ha enarbolado en estos últimos meses pretendía resolver el laberinto del conflicto entre Israel, Hamás y Hezbolá, con promesas de alto al fuego, intercambio de rehenes y el establecimiento de una gobernanza internacional para Gaza.

Sin embargo, la paz sigue siendo una quimera: la dinámica militar y la desconfianza mutua renacen apenas se firman los acuerdos, y la violencia marca la pauta en Gaza y el sur del Líbano. El ciclo se repite:........

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