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Mercado, política y negocios: Las elecciones como imposibilidad democrática

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Una nueva jornada electoral se realizará a fines del presente año y ya se desplegó el desenfreno de las candidaturas y la tormenta de “inseminación” mediática de la llamada clase política que aloja a todos los variopintos partidos y representantes del espectro electoral, alineados con el poder empresarial para alcanzar los puestos de comando y control del aparato burocrático del Estado.

No sorprende para nada en este escenario, la forma absolutamente desequilibrada en que los medios cubren las elecciones presidenciales. En el año 2021 cuando fue elegido Boric, según datos que se desprenden de informes del CNTV (Consejo Nacional de Televisión), los candidatos de los bloques legitimados por el régimen de dominación (Boric, Kast, Sichel y Provoste) tuvieron una cobertura mediática del 80%, mientras que Eduardo Artés, el único que planteaba un proyecto político disruptivo, anticapitalista y no oligárquico, apenas era cubierto en un 2%.

Esto remite inevitablemente a lo planteado por Braudillard, cuando sostiene que los medios crean simulacros y narrativas que las presentan como reales, pero que no son más que construcciones artificiales que han terminado por suplantar a la realidad.

Los medios en Chile crean a los candidatos definiendo el escenario en el que deben actuar y los instalan adornados de narrativas seductoras, acotando las posibilidades únicamente a aquellos candidatos que solo representan a los intereses de la gran clase empresarial y del capital. Finalmente, son los medios quienes deciden las elecciones presidenciales y la masa de votantes sigue el derrotero que los medios le abren ante sus ojos.

A su vez, la cobertura mediática de los candidatos que difícilmente pueden esconder su vocación farandulera y oportunista como MEO y Parisi (18% en total), nos pone de lleno en la crítica de otros autores destacados del siglo XX como Adorno, Horkheimer y Guy Debord que cuestionaron a la política del espectáculo que surge bajo el capitalismo tardío, donde los líderes políticos se convierten en “productos” empaquetados por los medios, priorizando la apariencia sobre el contenido, en donde los medios masivos —prensa, radio, televisión— transforman la política en un entretenimiento como es el famoso programa “Sin Filtros”, anulando la capacidad crítica del ciudadano, llegando así a una simulación de democracia, ya que las elecciones y los discursos se vuelven vacíos sin opciones reales –salvo aquellas que ofrece el sistema dominante.

De esta manera, el espectáculo político oculta las estructuras de dominación económica y social, dando una ilusión de participación sin cambiar las condiciones materiales de existencia de las mayorías.

Al divagar pensando en cómo escribiría este artículo, me volvió a la memoria el famoso y aún pertinente análisis que hace Karl Marx de los acontecimientos que ocurrieron en Francia entre 1848 y 1852, en su libro El 18 Brumario de Luis Bonaparte, en el cual Marx sostiene que:

«Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa»

Si tomamos el hecho histórico distintivo que fue el gobierno de Salvador Allende y su derrocamiento, sin duda alguna una verdadera tragedia para las clases sociales postergadas y oprimidas de Chile, los gobiernos de Lagos, Bachelet y -cómo no- del mismísimo Boric, que usan y manosean el legado político de Allende ad nauseam, han sido la farsa. Lo que Marx no........

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