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Gorbachov 40 años después: el comienzo del fin y el inicio de lo nuevo

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tuesday

Ojalá su nombre no quede relegado a los manuales de historia, sino que sirva para repensar, también en Chile, qué significa hoy ser de izquierda.

Hace cincuenta años, un hombre cambió la historia sin proponerse una revolución, y, sin embargo, la produjo. Su nombre fue Mijaíl Gorbachov, y su legado –entre luces, sombras y contradicciones– marcó el fin de una era y el surgimiento de otra, más incierta, pero también más libre. Una revolución sin tiros ni desfiles, solo con palabras que erosionó un imperio.

Entre 1985 y 1991, mientras lideraba la Unión Soviética, Gorbachov impulsó dos conceptos que ya son parte del vocabulario universal: perestroika (reestructuración) y glasnost (transparencia). Bajo esas palabras se escondía una intención audaz: reformar un sistema que ya estaba carcomido por dentro, pero sin renunciar del todo a sus fundamentos. El resultado fue inesperado, porque en lugar de renovar al comunismo soviético, ayudó a precipitar su colapso.

El momento clave llegó en agosto de 1991, con el fallido golpe de Estado de los sectores más duros del Partido Comunista soviético. Fue el canto del cisne del viejo régimen. Los tanques no aplastaron la voluntad de cambio; más bien, quedaron paralizados frente a una ciudadanía que ya no temía. El gesto de Boris Yeltsin, subido a........

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