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Canonización

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¡Yo, pecador, me confieso! Nos metimos con el santo y con la limosna. No tenemos perdón de Dios. Esa vaina de intentar sabotear la canonización de José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, eso no se le hace a nadie. Son nuestros santos y, por lo tanto, tributémosle culto inmortal, pero no, nosotros somos más arrechos que el perro de los Branger y nos presentamos ahí a pedir libertad, clac, clac. No contentos con eso, nuestro presidente Edmundo —Olvidado— González dijo que envió una delegación a representar a su gobierno en el Vaticano —¡qué bolas!— y pidieron sillas numeradas, y el canciller de nuestro gobierno intentó quedarse por ahí hecho el pendejo y ni siquiera le dieron una silla. ¡Es que no aprendemos! Confundimos la plaza San Pedro con la plaza Altamira. Menos mal que no montamos una guarimba y le metimos fuego al cañón para que respeten nuestro parrandón. Cada día, los que estamos aquí, en la clandestinidad, nos sentimos más abandonados cuando vemos ese tipo de acciones, que no son propias de la........

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