La codicia, la ambición imperial de un Gabinete Estadounidense, más comercial que político, puede llevar al Planeta Tierra a un conflicto sin precedentes. Así como quieren cambiar el nombre a cuanto territorio y mar ambicionan, también pretenden utilizar la fuerza y el chantaje para lograr sus propósitos.

La ambición y las ansias expansionistas del nuevo, pero viejo conocido, presidente de los Estados Unidos, parecen no tener límites y su entorno según podemos apreciar, por los medios y redes internacionales, baila al son que les toca, el que hoy se cree predestinado a sacar del foso a un imperio cuyas arrugas, ni la Cirugía Plástica, puede ocultárselas.

Está fresca la tinta, todavía, en los medios impresos y en los portales internacionales, cuando Donald Trump, sin ascender aún a la presidencia, anunció que cambiaría el nombre del Golfo de México, por el de Golfo de América. Con esta pretensión, desea que el mencionado Golfo, como propone llamarlo, sea propiedad de los Estados Unidos. Porque América es de los Americanos y ellos se creen dueños de América, interpretando a su manera la Doctrina Monroe.

Sin secarse todavía la tinta, uno de sus socios financieros y políticos, Elon Musk, en la misma onda expansionista y bajo los vapores de la Marihuana Medicinal, que lo lleva a soñar con un viaje a Marte, propone cambiar el nombre del Canal de la Mancha (estrecho brazo del océano Atlántico que separa la costa sur de Inglaterra de la costa norte de Francia):

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