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Reflexión veloz frente a un mundo cansado

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16.02.2025

Sin duda alguna, estamos asistiendo hoy a una serie de eventos que nos conducen a decisiones cruciales para nuestro devenir; el mundo está cambiando radicalmente a una velocidad que desconocíamos, con tal rapidez que casi nos impide pensar claramente sobre los pasos a dar en pro de nosotros mismos en tanto colectivos, para así crear otras formas de relacionarnos o conducirnos como individuos: lo que tenemos frente a nosotros son eventos o noticias emanados desde centros de poder con liderazgos mundiales, manejados a través de sanciones o amenazas, bloqueos económicos y chantajes perpetrados sobre otros países para sumirlos en el miedo, con varios eventos bélicos como la guerra de Europa contra Rusia teniendo como pretexto por un lado a Ucrania, con el apoyo de EEUU, y por otra parte un genocidio de Israel contra Palestina, bajo pretexto de exterminar a una organización criminal (Hamas).

Por otra parte, y como telón de fondo, tenemos a varios países árabes o musulmanes reeditando diferencias religiosas mediante fundamentalismos que han pasado a ser ideológicos, es decir, han tomado a la religión como excusa para imponerse el uno sobre el otro, según sea el caso, y a la vez blandiendo una razón económica, material y territorial; todo ello implicando un desarrollo militar tan exorbitado que termina, en todos los casos, absorbiendo elevados presupuestos en cada nación.

De este modo, el desarrollo bélico se impone sobre el avance social, y termina convirtiendo la política en un negocio, cuando debería ser una herramienta de progreso. Incluso los avances tecnológicos, que deberían ser empleados para la salud y para la protección del planeta, terminan desviándose hacia el desarrollo bélico, llegando a revelar a través de ello que el poder reside en la mera capacidad tecnológica para la guerra, como hoy se nos presenta en los medios de información (no propiamente medios de comunicación y mucho menos redes sociales) los cuales nos dicen que las naciones son poderosas en tanto poseen un arsenal bélico y dinero para fabricarlo, pasando por encima de todo intelecto, espíritu crítico o sensibilidad ética, cuando estos en verdad implican mayor debilidad en estas tres áreas; así, el dinero se ha convertido en un fetiche y símbolo de poder, arrasando con todo principio de educación; en este caso, por ejemplo, la Academia más costosa sería sinónimo de prestigio en una sociedad estructurada bajo un esquema pobre / rico y sus consabidos niveles clase alta / baja / obrera / media; burguesa / pequeño burguesa o aristocrática, donde la figura del trabajador está subsumida en los moldes de obrero, asalariado, maestro, jefe, gerente, doctor, ministro, viceministro, presidente, vicepresidente, etc., a su vez basados en similares esquemas de autoridad civil o militar.

Pero nada de esto tendría mucha importancia si estos niveles o grados, a su vez, no estuviesen tan sujetos a unas jerarquías de alienación. En efecto, se ha demostrado que el trabajo agotador y mal remunerado aliena al individuo a un grado tal que le impide pensar claramente; el alienado se comporta como un autómata mientras gana el sustento suyo y de su familia, donde la esposa puede cumplir un rol de ama de casa tan agobiante como el de aquél, quien es al fin y al cabo quien con su fuerza laboral hace funcionar a las empresas o fábricas. Esta situación, observada por Carlos Marx desde el siglo diecinueve, cristaliza en el siglo veinte con mayor poder, y desemboca en el siglo veintiuno bajo diversas formas, una de las cuales es la auto-explotación por vías informáticas. De hecho, los medios actuales dan libre acceso a todo tipo de mensajes visuales y textuales, incluyendo en éstos a la pornografía y la violencia; muchos de los cuales nos ofrecen una ilusión de participación activa en la sociedad, cuando son solamente medios privados y limitados, buena parte de ellos dispositivos de espionaje. Mientras el grueso de la población continúe presa de tales "tendencias" ofrecidas por la "sociedad" en cuanto a actividades públicas como el cine y los deportes, catalogadas como entretenimientos, habrá pocas opciones de originar cambios........

© Aporrea