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Joker, símbolo de excluidos y desesperados

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"Hoy todavía queda tiempo para asistir al entierro de los muertos recientes, mañana no habrá tiempo, puesto que los muertos serán dejados allí mismo donde caen y peor para aquel que derrame alguna lágrima" (Inicio del capítulo II de mi novela Morbi Dei, Ed. Corregidor, 1985)

El cerdo capón Javier Milei, jamás un león, pretende ser Joker, pero no lo es, más bien se asimila al rol de Nerón del film Quo Vadis, interpretado por el superlativo actor Peter Ustinov, el que incendió Roma, ¿lo recuerdan? Para quienes vimos el film Joker, no ignoramos que este ser quebrado, puede ser un arma apuntando a tu cabeza, pero también un despertador de conciencias muy necesario.

Arthur Fleck (Joaquin Phoenix, enorme actor) se vuelve un protagonista involuntario de olas de protestas que enfrentan a pobres contra ricos, a ciudadanos contra sus gobernantes, a "hombres devenidos en privilegiados y exitosos" por negociar su alma en pactos fáusticos con el poder corporacionista parásito. No es el caso de este obseso mascotín Milei.

Joker es una película sobre la indignación y el hartazgo. Una indignación y hartazgo individual y colectivo. Una indignación que en estos tiempos es la base de las protestas más justas, pero también de las más radicales y violentas.

Joker transita peligrosamente la línea en que hay que explicar al "monstruo" creado por la sociedad y romantizar, fetichizar e incluso celebrarlo. La idea de un "villano" que solo mata a quienes lo merecen es un tanto riesgosa, solo por asimilarse en un milenio de villanos políticos, policías, ministros de Seguridad y presidentes como Milei que matan a quienes están estigmatizados por disentir con el pensamiento único...

Me refiero a los intelectuales revolucionarios, a los pobres, los indigentes, los hambreados y sobre todo, a los desesperados, todos los que no tienen un espacio alguno donde retirarse.

Joker toma a un personaje icónico del género comercial hollywoodense pochoclero y lo convierte en un símbolo del cine para cinéfilos y adultos. Joker no aspira a gustar a todos, sino que pretende desde el relato de la historia de un desclasado, ignorado, discriminado, construir una historia de liberación, envuelta en sangre, invitando a la reflexión.

De todos modos, no ignoramos que todo es válido en este tercer milenio, incluso la muerte en vida. Si logra el cometido este film, a pesar de su intransigencia, violencia y complejidad, puede producirse una revolución en Hollywood, en cuanto a seguir produciendo cine para quienes no se engañan respecto al acontecer de la vida en una democracia travestida.

"Joker" parece decirnos, como lo ha hecho Robert De Niro en aquella icónica película de Martin Scorsese, "Taxi Driver", de los `70: "Mire en su universo interno y resista, rebélate, desobedezca al poder de las bestias genocidas". Permanecemos en una Argentina excluyente, burguesa, neofascista, mendaz, xenófoba, discriminatoria, en maneras y modos, temerosa y traidora a los fines primeros y últimos que deben primar en esta tierra de "buenos muchachos", los "piolas" de mesas de dinero, vaya a saber "platita" proveniente de qué "chanchullo" infecto han sumado...

Dan asco, quienes se disfrazan de personajes que jamás llegarán a ser, todo lo contrario. Y pueden decir hoy, si pensamos de un modo similar y repelemos este presente plagado de mendacidades,... "¿Soy Joker?", "¿Somos Joker?"... ¡Luz, cámara, acción!...

Y comienzo obsequiando mi relato, pleno de sentimiento en confrontación clara y sin vueltas al núcleo constitutivo de la creciente percepción, de que el Gobierno de esta bestia, pareciera le........

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