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El trasfondo geopolítico de la escalada militar de Trump en el Caribe

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La pugna entre Estados Unidos y China por el acceso a los recursos minerales estratégicos podría estar en el fondo de la militarización del mar Caribe por el Pentágono, el anuncio sobre acciones encubiertas de la CIA en Venezuela y el «salvataje» económico de la administración Trump al gobierno argentino.

Mientras Donald Trump y su ministro de Guerra, Peter B. Hegseth, adormecen a los estadounidenses y sus vasallos europeos con la narrativa de que poseen «el Ejército más poderoso de la historia del planeta, sin excepción», el imperio se está acorralando a sí mismo en una «declinación terminal». Al menos eso es lo que piensa el filósofo francés Emmanuel Todd, para quien la administración Trump está intentando imponer un nuevo Bretton Woods para recrear la hegemonía del dólar mediante amenazas, bravuconadas y aranceles. Y aunque eso se articula como el deseo de dominación de Trump, también está ocasionando «impulsos nihilistas de guerra» y, al mismo tiempo, fracturando las estructuras occidentales.

Al arremeter con furia contra el mundo, dice Todd, Estados Unidos se devora a sí mismo, incluso al intentar recolonizar Europa para obtener rápidos beneficios económicos. Sostiene que la visión trumpista de una «fuerza militar (estadounidense) imparable» equivale a una doctrina de dominación y sumisión. Pero la sumisión está resultando difícil de conseguir, y la «dominación» continuada de Estados Unidos requiere actuar en múltiples direcciones, porque la guerra unidireccional contra Rusia –que se suponía que iba a proporcionar al mundo una lección práctica sobre el «arte» de la dominación imperial– «ha fracasado inesperadamente». Y ahora, mientras surgen tensiones amargas en todo el mundo, se está agotando el tiempo para la crisis del déficit y la deuda de Estados Unidos.

El equipo de Trump parece estar animándose a sí mismo hasta alcanzar un estado de excitación psíquica. Una crisis de desdolarización o una explosión del mercado de bonos, yuxtapuesta al auge de China, Rusia y los BRICS, se convierte en una amenaza existencial para la «fantasía» supremacista de Washington. Suspendida, momentáneamente, la anunciada nueva cumbre entre Trump y Vladimir Putin en Budapest, se renuevan las expectativas de una escalada en la guerra proxy de Estados Unidos contra Rusia en Ucrania, aunque los impulsos nihilistas del jefe de la oficina oval podrían desatar un ataque más devastador contra Irán o alguna acción punitiva y teatral en Venezuela, o ambas cosas. Y no se descarta una acción coercitiva contra el gobierno del colombiano Gustavo Petro bajo justificaciones falsas, en un contexto en el que Washington intenta consolidar un cerco estratégico en el norte de Sudamérica, controlando corredores y enclaves marítimos y políticos en Trinidad y Tobago, Guyana y, ahora, Colombia.

El expresentador de Fox News Hegseth introdujo una peligrosa retórica al calificar a los cárteles latinoamericanos como «la Al Qaeda del hemisferio occidental», lo que busca equiparar el escenario del Caribe y América del Sur con el teatro de operaciones del Oriente Medio posterior al 11 de setiembre de 2001, en un intento por legitimar la guerra como instrumento de política exterior. Los ataques contra embarcaciones y las ejecuciones extrajudiciales de civiles en el Caribe, y ahora en el Pacífico, confirman que Washington ha ampliado el compás operativo alrededor de Venezuela y Colombia, lo que podría........

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