¿Va bien la economía?
La economía mundial pulveriza un récord tras otro, a pesar de la sucesión de crisis, y la prensa económica global parece cada día de fiesta al constatar que los nubarrones que auguraban una recesión no se han cumplido: el PIB mundial, que calcula los bienes y servicios producidos, ha crecido el 24% desde 2020, año en que estalló la pandemia; las Bolsas han subido más del 140% desde que irrumpió la covid-19, según el índice global MSCI, y las corporaciones nunca habían repartido tantos dividendos: el 35% más que en 2020, según las estimaciones de la consultora Janus Henderson.
La economía va como un tiro: ¡descorchemos el champán!
No tan rápido: en este mismo periodo de euforia para el capital, las emisiones de CO2 que causan el cambio climático han seguido creciendo, a pesar de que deberían ser recortadas drásticamente para evitar el desastre; la huella climática también pulveriza récords negativos según los cálculos del Global Footprint Network y la Universidad de York; la desigualdad aumenta todavía más, de acuerdo con la tendencia registrada por el World Inequality Database, mientras que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), fijados por Naciones Unidas para medir los avances reales en el desarrollo, no solo se tambalean, sino que empeoran en algunas métricas: el último informe, de 2023, registra retrocesos en los 10 países con mayor PIB que oscilan entre el 18% y el 32% en los 169 indicadores que forman los 17 grandes objetivos. A la cabeza de los retrocesos va EE UU, el país con la economía más potente y que más récords económicos está pulverizando.
Buenas noticias malas
“Hace mucho que sabemos que los grandes indicadores que suelen utilizarse para medir la economía poco o nada nos dicen sobre cómo vive la gente o sobre el respeto a los límites del planeta. En muchas ocasiones, una supuesta buena noticia económica lo es solo para unos pocos, mientras que para el resto y para el planeta puede ser negativa”, sostiene Susana Martín Belmonte, economista vinculada a la red de la economía del bienestar (weall.org), que empuja para cambiar el foco de las prioridades económicas.
En España la tendencia es la misma, con acumulación de buenas noticias según el prisma ortodoxo: el país lidera el crecimiento del PIB en la UE, viene de culminar un trienio de ensueño de dividendos de las corporaciones y sigue batiendo récords en sectores especialmente complicados en el nuevo marco de emergencia climática: hoteleras, aerolíneas, turismo, venta de coches, agricultura y ganadería extensiva, grandes eventos —desde el Mobile World Congress hasta la F-1...
En cambio, los indicadores que afectan directamente a la ciudadanía sufren. Un ejemplo entre muchos: en 2023, el precio de los alimentos subió el 11,7% por apenas el 4,3% de los salarios, y ello después de una década y media de pérdidas del poder adquisitivo de las familias. El último informe global sobre los ODS señala que casi el 28% de los indicadores están retrocediendo en España, en línea con las principales economías del mundo.
Aumento del reparto global de dividendos desde 2020
Retrocesos registrados en los ODS en Estados Unidos
Y, sin embargo, el debate mediático y político gira alrededor de los indicadores de siempre, interpretados bajo el mismo prisma convencional: son “buenas noticias”, y se sigue jaleando, casi como si se tratara de una competición deportiva, que suba el PIB, aumente el consumo, vengan más turistas que nunca o se vendan más coches, con independencia de sus impactos sociales o ambientales, que no se contabilizan. Y eso que algunos son ya muy visibles, como la sequía, hasta el punto de poner en jaque la viabilidad de algunos de los principales sectores industriales.
Externalidades
Enric Tello, catedrático del Departamento de Historia Económica, Instituciones Políticas y Economía Mundial de la Universidad de Barcelona (UB) advierte de que es urgente definir nuevos modelos económicos y prioridades para las políticas públicas. “En el modelo económico convencional solo existe el dinero y los mercados, y todo lo demás queda fuera: por esto lo llaman externalidades. Pero resulta que en la vida y en el planeta están dentro: ¡no podemos dejarlas fuera del análisis!”, recalca Tello. Y añade: “Cada vez se habla más de........
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