He dicho búho…
Hoy he comido frente a un solemne culo. Era mi primer día de playa. No soy de nevera y picnic, pero me he tomado un sándwich mientras mi vecina de toalla ha permanecido quince minutos de pie anclada en la arena a solo dos metros de mí. No se trataba de morbo sino pura física: desde una toalla o una hamaca la mirada se eleva más o menos a un metro del suelo, a la altura de la cadera de los vecinos, y no hay manera de esquivar su trasero de nuestro campo de visión.
El suyo era un culo no normativo enmarcado por un tanga minúsculo a juego con un sujetador ortopédico hecho de mucha tela, lo que resultaba una asincronía. A mis veinte años la liberación hubiera sido quitármelo. Hacer toples es placentero. Sentir el sol en el pecho se asemeja a una caricia suave, de la que me costó prescindir cuando comprendí que podía ser carne de paparazzi. Ahora........
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