No sé si lo han notado, pero el periodismo ya no es lo que era. En buena medida es por culpa o por la ayuda interesada de Donald Trump, reelegido nuevo presidente de Estados Unidos, y por demérito de muchos editores y periodistas que no han sabido o no han podido adaptarse a los ritmos y cambios de este nuevo milenio informativo. El Trump que nos ocupa no es tanto el Trump de ahora -que también- sino el anterior, el de 2017, que fue el año en que se coronó presidente con gran sorpresa de casi todos. ¿Pero qué ha hecho Trump para remover los cimientos informativos, o al menos para cuestionarlos y en buena medida derribarlos? De entrada, convertirse en líder máximo del partido Republicano y de su país, EEUU, sin necesidad de adorar a la prensa establecida y famosa, ni al consabido “establishment” norteamericano.

Con su actitud de rebelde sin pausa y despreciando a los medios, ha logrado vencer en las urnas a pesar de no tener el apoyo de esos medios. Hasta hace pocos años ningún político podía soñar con alcanzar el poder si previamente no tenía el apoyo de la prensa y la televisión. Una carrera política debía contar con el respaldo y bendición de los editores y periodistas, y también con los ataques de esos mismos correveidiles. Sin embargo, con la llegada de Trump casi todo ha cambiado; él no ha sido el inventor de este cambio pero sí el detonante que lo ha transformado todo. El cómplice perfecto fueron las redes sociales que han provocado la gran desconexión entre el periodismo y una nueva realidad que se enmarca en unas coordenadas distintas que se mueven sin........

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