De improperios a felicidad, un día con la bici por Madrid
Hace unos años vivía en un pueblo a las afueras. Usar la bici para ir a trabajar más que un medio de transporte habría sido una hazaña que ni Induráin en moto la habría logrado. Pero una vez que me mudé a esta accesible y barata ciudad que es la capital se me abrió el cielo: vendí mi moto y me compré una bici eléctrica. Es una Moma eléctrica y plegable con la que me casaré el mismo día en que en el registro civil acepten los matrimonios entre humanos y medios de transporte.
Sin apenas esfuerzo cada mañana cubro los 4 kilómetros que hay entre mi casa y mi trabajo. Es como ir en uno de esos trenecitos de los parques de atracciones: vas lo suficientemente despacio como para disfrutar de la ciudad, de la vida, de los parques, puedes echarle un vistazo a la gente en los semáforos (sí, me paro en los semáforos), sentir el aire libre........
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