Recuerdo que la presentación de los primeros perros robots me dejó una sensación inquietante, una desconfianza que contrastaba con el entusiasmo cuqui con el que fueron acogidos y con la música cuidadosamente elegida con la que la máquina mostraba que avanzaba, giraba o saltaba. El invento de DeepRobotics no solo no era un perro, sino que parecía una máquina extraída de alguna pesadilla steampunk; y tuve la impresión de que ni siquiera se esmeraban demasiado en........

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