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Ignacio PeyróEl Pais |
Todos somos particulares con la comida, y tiene lógica que lo seamos con la manera de referirnos a ella

Si el ruido no está contemplado como causa absolutoria en el Código Penal es, sin duda, porque sería un coladero

Solo nos ama quien quiere vendernos un plan de pensiones. Uno siente que, en el banquete de la vida, le acaban de servir el brócoli

El tipo de hombre que nunca bebe blanco es el mismo que dice que tenemos el mejor vino del mundo

Si el verano nos importa es por su capacidad para convertirse en un pasado con peso y significado

Queríamos refrescarnos de modernidad y voilà: un marciano pensaría que nuestro plato nacional es el ramen

Todavía hoy un escritor conservador es como un búho nival: existe, sí, pero es raro. Suele sentirse un poco incómodo en el plumaje

Con los años uno se plantea quién tuvo más suerte. Quién lo hizo mejor. Quién cayó del lado bueno de la Península

Quizá nuestros esfuerzos por ser mejores se han sustanciado en no empeorar tanto como podríamos haber empeorado

El dueño de El Ventorro ha tenido que quitar el rótulo de su restaurante solo porque a Mazón le gustaba ir

La primera alocución del nuevo Papa ha tenido un claro regusto de continuidad francisquista

El catolicismo que deja Francisco el progresista, en realidad, poco o nada ha alterado su doctrina respecto del que dejó Juan Pablo II el conservador

Mientras triunfa la vulgaridad del dinero craso, Madrid pierde eso: relieve, interés, calidad o, como acaba de verse, poesía

Es cuando caemos en la cuenta, una vez más, de que no se ha cumplido esa promesa que lleva consigo cada viernes

Por mi parte, tengo un cierto afecto a quien no deja que su tribu le imponga sus ropajes. Son muy pocos
