Una estrategia para la transformación de las asesorías jurídicas de las grandes empresas (que no pasa por la IA)
"Necesito tiempo para pensar". Esto fue lo que me contaba, hace unos meses, la General Counsel de una multinacional. No me habló de softwares, ni de IA, ni de eficiencias operativas. Me habló de algo mucho más básico y escaso en los entornos corporativos actuales: tiempo. Para centrarse en lo importante, para pensar estratégicamente, para anticipar riesgos, para tener conversaciones de valor con negocio.
Tiempo, en definitiva, para ejercer su rol de abogado con profundidad.
Lo realmente preocupante es que no se trata de un caso aislado. Cada vez son más los departamentos legales in-house que viven atrapados en un modelo de trabajo que les empuja a funcionar en modo reactivo, bajo presión constante, con tareas repetitivas que consumen recursos y cargas operativas que impiden ver la estrategia a medio y largo plazo.
La paradoja es evidente, porque muchos de estos equipos están formados por abogados extraordinarios, preparados para aportar criterio, visión y liderazgo. Y, sin embargo, dedican buena parte de su jornada a tareas que no requieren ni su experiencia ni su capacidad analítica. El resultado es obvio: talento infrautilizado y potencial estratégico tirado a la basura. ¿De verdad queremos seguir trabajando así?
Para muchas asesorías jurídicas el cambio es una necesidad estructural. La obligación de generar más impacto con los mismos, o incluso menos, recursos obliga a replantear no solo cómo trabajamos, sino por qué trabajamos así
Para muchas © Vozpópuli
