Somos fuego
Ser santandereano no es tanto gritar ni hablar golpeado, ni comer mute, ni pepitoria, sino haber crecido mirando nuestros páramos y nuestro hermoso, difícil y árido Cañón del Chicamocha. Ese Cañón que es parte de nuestra alma, gracias al cual se ha ido formando ese carácter libre e individualista, un poco anarquista, que nos hace tan especiales.
Amamos el sol y el cielo azul, las ceibas barrigonas (Cavanillesia chicamochae) con sus semillas como alas, pariente del árbol sagrado de África, la Ceiba pentandra. Amamos las cabras entre las piedras, pegadas a ellas, el aceituno, el cacao indio, el algodón con el que tejían sus coloridas mantas nuestros antepasados, nuestros maravillosos pictogramas........
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