Patria mía
Ir a Pamplona, lo hacíamos desde niños y desde esa época, hemos sentido la sensación maravillosa de entrar a otro mundo, entrando al silencio del páramo, a su cielo, a sus estrellas, a su frío, a su paisaje que ni el maestro Gonzalo Ariza, el “pintor de los Andes” con sus acuarelas mágicas logró transmitir. Lleno de neblina, de robles (el noble roble: “De sus ojos fuertemente llorando, volvía la cabeza al robledal”, el Cid).
Esos páramos nos transmiten plenamente la belleza que se siente cuando uno ve los paisajes de Mutiscua, “de donde vino mi mamá”, de Pamplona, de Silos y de toda esa “sinfonía de colores” que dan los cultivos de hortalizas, el........
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