Podemos gestionar los incendios para que convivan con el paisaje mediterráneo
El fuego es un proceso natural que ha acompañado a los ecosistemas desde hace más de 400 millones de años, mucho antes de la aparición de los humanos. En regiones de clima mediterráneo –como el sur de Europa, California, Chile central, el suroeste de Australia y Sudáfrica– los incendios han sido un factor histórico clave en la configuración de la biodiversidad.
Muchas especies vegetales y animales presentan adaptaciones específicas para sobrevivir o regenerarse después del fuego, como el rebrote desde raíces o tallos, la liberación de semillas estimulada por el calor y la floración postincendio de especies oportunistas.
A pesar de la percepción social negativa de los incendios, estos no son fenómenos exclusivamente destructivos. Ver un paisaje ennegrecido es triste, pero no siempre necesariamente malo. En él puede estar desarrollándose una actividad biológica y geomorfológica intensa.
Desde siempre, los incendios han cumplido funciones ecológicas esenciales, como la regeneración de especies vegetales adaptadas al fuego y la creación de mosaicos paisajísticos que favorecen la biodiversidad de los ecosistemas.
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En el Mediterráneo, el régimen de incendios, su frecuencia, intensidad, estacionalidad y extensión se determinan por la interacción de tres grandes factores.
En primer lugar, el clima. Los veranos secos y calurosos, característicos del clima mediterráneo, crean condiciones de alta inflamabilidad. Las olas de calor, la baja humedad y los vientos intensos son factores que favorecen la propagación rápida de los incendios. El cambio climático agrava esta situación, prolongando la temporada de riesgo, intensificando las sequías y aumentando la mortalidad vegetal.
Por otro lado, tenemos el combustible vegetal. La continuidad, cantidad y estructura de la vegetación son determinantes. El abandono del medio rural y la migración de la población a entornos urbanos desde mediados del siglo XX han reducido prácticas como la agricultura tradicional, el pastoreo y la gestión forestal, permitiendo la expansión de matorrales, bosques jóvenes (especialmente pinares) y plantaciones densas sin manejo. Estos paisajes continuos y homogéneos facilitan la propagación del fuego.
Aunque el inicio del fuego puede deberse a causas naturales (sequía, olas de calor o impacto de los rayos), durante las últimas décadas la mayoría de los incendios mediterráneos han tenido origen humano, ya sea por negligencias, accidentes o causas intencionadas. La presencia de infraestructuras y la actividad........
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