Del sargazo a la economía azul: una oportunidad para el Gran Caribe, por Avriel Rose Diaz
En los últimos años, las extensas floraciones de sargazo se han convertido en una fuerza cada vez más disruptiva en el Gran Caribe. Antaño símbolo de la biodiversidad marina en alta mar, esta macroalga ahora cubre playas desde Barbados hasta México, amenazando el turismo, los medios de vida, los ecosistemas y, fundamentalmente, la salud pública.
A medida que el cambio climático calienta los océanos y modifica los flujos de nutrientes de ríos como el Amazonas, el sargazo prospera. Pero cuando llega a la costa y comienza a descomponerse, emite gases tóxicos, sobre todo sulfuro de hidrógeno y amoníaco, lo que supone riesgos crecientes para la salud humana, además del enorme impacto que implica para el turismo en la región.
En los últimos años, las comunidades de toda la región reportan picos de enfermedades respiratorias, especialmente entre grupos vulnerables como ancianos, niños y personas con asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). En Martinica y Guadalupe, estudios han vinculado la exposición crónica a las emisiones de sargazo con dolores de cabeza, náuseas, irritación ocular e incluso complicaciones del embarazo como preeclampsia e hipertensión gestacional. La carga recae desproporcionadamente sobre las comunidades costeras, que a menudo carecen de acceso a servicios de salud adecuados y dependen del mar para obtener ingresos.
A pesar de la magnitud y la gravedad del problema, los impactos del sargazo en la salud siguen siendo un tema desatendido en la agenda global sobre clima y salud. La mayoría de los debates se centran en el estrés térmico, las enfermedades transmitidas por vectores o la inseguridad........
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