Una edad en tierra de nadie
Hay un momento difuso, sin ceremonia ni advertencia, en el que uno ya no pertenece a ningún lugar claro. Ni joven, ni vieja. Ni promesa, ni legado. Una especie de zona franca biológica, social y emocional donde todo es sospechoso y nada encaja.
Bienvenidas a la mediana edad, ese tiempo-espacio en el cual los demás asumen que ya deberías tenerlo todo resuelto y tú apenas si estás comenzando a entender de qué se trata estar viva.
Es que la mediana edad no es una edad, es una intersección. Es ese momento en el que pasas más tiempo buscando las gafas que usándolas; miras Instagram, para no decir TikTok, y te preguntas: ¿quién es esta gente y qué están bailando?, y abres la boca para decir algo y suena igualito a tu mamá; eso, justo eso, que nunca quisiste decir.
Es una época en la que nadie te espera en ningún extremo: no encajas en las conversaciones de los adolescentes, ni en las filas preferenciales. Los adultos jóvenes y los niños te dicen señora, mientras los adultos mayores, señorita.
No hay instructivos, no hay eslóganes, no hay fiestas temáticas, no hay sweet 50. En redes, estamos entre los memes del cuerpo que ya no coopera y los consejos reciclados, disfrazados de empoderamiento.
Mientras las veinteañeras brillan con filtros de koala que les eliminan los poros y las abuelas enseñan recetas de tradición, colaciones y sopas, nosotras enseñamos… será la resistencia de nuestra generación, no se me ocurre otra cosa.
Somos ese violento paréntesis entre el mundo análogo y el digital. Para los adultos mayores soy una genio de la tecnología porque puedo usar el........
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