“En los Crocs de Uribe”
A usted lector, le pido imagine por un momento que es un político con reconocida trayectoria. Si, soy consciente que muchos ni en su peor pesadilla quisieran imaginarse como políticos, pero si esta vez no hacemos el esfuerzo de comprender lo que nos jugamos este ya próximo 28 de julio (día en el que se conocerá el fallo del caso del expresidente Álvaro Uribe), quizás ya no podremos ni usar la imaginación para hacerlo.
Entonces, considere que usted, el político, tiene un contradictor político que decide buscar testigos, con el fin de hacer un montaje y empantanar su honra y buen nombre.
Usted decide defenderse y a través de un abogado acude a esos testigos para verificar el montaje en su contra e intentar que entreguen la versión de los hechos. No se les pide mentir ni callar ni se les ofrece nada a cambio. Toda la información recolectada se envía a la autoridad judicial competente, que para su caso es la Corte Suprema, sin modificarla, sin embellecerla, intacta como se recibe.
Un magistrado de la Corte Suprema con conocida animadversión hacia usted, decide no investigar la información que radican sus abogados, resuelve en favor de su contradictor (que construyó el montaje con falsos testigos) y con base en una denuncia del abogado de su contradictor, le abre un nuevo proceso a usted por soborno y engaño a la justicia, del que no lo notifican en debida forma, no le permiten dar su versión libre y luego lo llaman a indagatoria.
El magistrado filtra información del proceso a medios de comunicación y además en compañía de otro magistrado habla en televisión sobre su caso, irrespetando la tradición de seriedad de esa Corte.
Interceptan más de 20.000 de sus comunicaciones “por error”, pues habían ordenado interceptar a otro político y pasaron fue su número de celular. Quien hace las escuchas se percata........
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